Hace casi 100 años; P. Thomas Augustine Judge (fundador la la Familia del Cenáculo Misionero) escribió: “El trabajo de un apóstol diurno está capacitado para realizar el trabajo misionero en su vida diaria. Es el trabajo del un Siervo Misionero es animar a los de buena voluntad y ofrecer dirección. ¨
En el 2007 el Papa Francisco (antes de ser Papa) escribió: “La reforma de los laicos debe implicar reformarlos para que se conviertan en discípulos misioneros en comunión. Es una comunidad de creyentes capacitados e inspirados para salir y transformar la política, la sociedad, la educación, los barrios, la familia y los matrimonios. ¨
Lo que me llama la atención tanto del P. Judge y del Papa Francisco es su énfasis en la importancia de la formación-preparación de los laicos para ser misioneros en su vida diaria. Sí, nuestro bautismo nos llama a ser misioneros, a proclamar el mensaje del Evangelio a quienes nos encontramos en el lugar de trabajo, en nuestros vecindarios, dondequiera que estemos en contacto con la gente. La mejor forma de hacerlo es estar preparados y enriquecer nuestras vidas buscando programas, cursos, interacción con otros compañeros en este camino. A medida que crecemos en conocimiento y experiencia, es entonces cuando podemos, como dijo el Papa Francisco, "salir y transformar la política, la sociedad, la educación, los barrios, la familia y los matrimonios". Y de esta manera podemos vivir nuestro llamado a ser “Misioneros en nuestra vida diaria” como fue el mensaje del Padre Judge, hace muchos años.
Hermana Ginny Wagner, MSBT
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