Sabiendo que Nuestro Señor Jesucristo es por excelencia el Divino Maestro y que a lo largo de todo su ministerio instruyó a sus discípulos para que siguieran su ejemplo en el servicio a todos sus hermanos, en especial a los más necesitados, y que con sus enseñanzas el Señor preparó a sus discípulos para que ellos continuaran la misión de llevar su mensaje hasta los últimos rincones de la Tierra.
Así pues, nuestra Iglesia desde sus inicios reconoce la necesidad de instruir y formar a sus miembros para que ayuden en la labor evangelizadora a lo largo y ancho del mundo; misión que adquirimos desde el momento de nuestro bautismo.
De tal modo que la formación de los laicos en la Iglesia es un llamado que nos hace el mismo Señor Jesús; siendo así que a través de la formación es como podremos participar más activamente de sus distintos ministerios como son: lectores, ministros extraordinarios de la Eucaristía, acólitos, etc.
Ahora bien, en nuestra Iglesia todos tenemos la misión de enseñar a quienes menos saben, con el fin de crecer en la fe y enriquecernos unos a otros con nuestras experiencias, vistas a la luz de la Palabra de Dios. También, es importante saber que cuando los laicos están bien preparados pueden participar y hacer grandes contribuciones en los consejos parroquiales.
Cabe señalar que el Padre Tomás Agustín Judge, quien es el fundador de la Congregación de los Siervos misioneros de la Santísima Trinidad, insiste en sus reflexiones, dejando claro la importancia de que “cada católico debe prepararse para ser un apóstol del Señor” es decir, adquirir las capacidades para ser enviado entre las gentes y los lugares donde falten agentes de evangelización y ahí ser instrumentos de Dios para preservar la fe.
El Padre Judge tuvo la visión de que la Iglesia se enriquecería mucho con las aportaciones de los laicos permitiéndoles compartir todos sus dones, entonces no habría tantos que se cambiaran de religión.
Bien sabemos que entre mejor preparados estamos, mejor podremos ayudar a quienes tienen dudas, dificultades o conflictos. Estando bien formados, sobre todo en el campo de la fe, se puede dar recomendaciones, consejos y sugerencias a quienes ven los conflictos de la vida sólo con una óptica humana.
Está comprobado que cuando se participa de la formación eclesial, entonces se adquiere una visión más amplia, unos criterios más acertados y nuestros aportes son más valiosos para toda la Comunidad.
Anímate a pedir al Espíritu Santo sus siente dones y comparte tus talentos con los más necesitados.
P. Jaime Serrano ST
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